Joaquín Bernadó, torero catalán, anoche se durmió leyendo una novela del Oeste. Su mozo de estoque lo despierta por la mañana del día de la corrida de su presentación ante su público después de su vuelta de Méjico.
- ¿A qué atribuyes tu buena temporada mejicana?
- A que me he arrimado al toro. Tenía contratadas cuatro corridas y toreé veintitrés; me hicieron justicia.
- ¿Te han administrado mal hasta ahora o te arrimabas poco?
- Al principio no fué como era debido, desde 1958 estoy remontando. Al final de la temporada de 1960 le corté las dos orejas a un toro de Salvador Guardiola en Sevilla; todo el mundo creía que volvería al año siguiente a la feria y me dejaron fuera. Pregunta al empresario si hubo veto. ¿Qué final de entrevista me va a poner?
- Según como estés en la corrida...
- Después de la corrida mi final es: Parece otro...
CARTA DEL LECTOR: Deduzco que Bernadó se había arrimado al toro un poco más de lo acostumbrado. ¿No fué así , Manolo?
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