Juan March, el banquero está en Barcelona. Objeto del viaje: negocios. Recibe al periodista en la puerta de su habitación del hotel.
- Gracias por haber venido a saludarme. N0 tengo nada que decir.
- ¿Nada más?
- Eso es todo. Gracias, gracias. Adiós.
- No ha llegado a dos minutos lo que ha durado esta entrevista. Quizá sea indscreto relatando este rápido e infructuoso diálogo. Pero, don Juan yo que nunca había cruzado la palabra con Ud. le confieso mi puerilidad; ¿Ud. se imagina lo que voy a presumir ante mis amigos cuando les cuente: "aquel día que March y yo charlamos mano a mano"?...
COSECHA PROPIA: Reírse de uno mismo es muy sano, Manuel.
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