- Señor embajador ¿podría decirme...?
- No, no; no me pregunte nada - contesta interrumpiéndome - ya le he dicho que no tengo nada que decir.
Y don Luis A. Castiñeira dice un no tan dulcemente atento, tan suave y tan cortés, que no tengo más remedio que someterme. Con un diplomático cerca de la Santa Sede no caben subterfugios y menos aún teniendo como testigo el cartelito del Consulado...
COSECHA PROPIA: La política en tiempos de postguerra civil...
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